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Staring Through The Demons (XV)

Posted on November 9, 2013 at 9:15 PM


Estaban de vuelta en el bus cuando Frank apareció junto a la litera de Mikey, sin playera. Sostuvo el frasco de pomada que Ray hizo para él y se lo enseñó a Mikey. - ¿Te importa?

 

Mikey negó y salió de la litera, tomando el frasco y poniéndose de pie. Frank se giró sin hablar, presentando su espalda desnuda a Mikey.

 

Mikey no sabía exactamente lo que Ray había puesto en la crema, pero lo que sea, funcionaba. Aunque las cicatrices de Frank no se habían borrado completamente, Ray dijo que probablemente nunca lo harían. Habían dejado de mejorar hace unos seis meses, pero Frank seguía poniéndose regularmente. Le había dicho a Mikey que temía que regresaran si dejaba de hacerlo, levantadas y vívidas como estaban antes.

 

- ¿Cómo se ven? -Preguntó Frank, su cabeza inclinada mientras Mikey aplicaba la loción sobre sus hombros.

 

- No tan mal, -dijo Mikey. Las pálidas líneas se cruzaban hacia todas direcciones, incrustadas por siempre a la piel. Los tatuajes de Frank seguían arruinados, y Mikey sabía que bajo sus jeans las cicatrices continuaban, estirándose hasta las corvas de sus rodillas. - Iguales.

 

- Bien, -dijo Frank. Esperó a que Mikey terminara, luego se volteó. - Gracias.

 

- No hay problema, -Mikey le regresó el frasco y Frank enroscó la tapa, luego se quedó ahí parado mirándolo por un segundo, mordiendo su labio. - ¿Qué pasa?

 

Los ojos de Frank vagaron a su alrededor, dudando, luego tomó un profundo respiro e hizo la pregunta. - ¿Tendrías sexo conmigo?

 

Mikey lo miró. - Uh…

 

- No quiero decir… Dios, Mikey. -Frank rodó los ojos. - Hablo de las cicatrices. Como, si no me conocieras, te harían… ¿te darían miedo?

 

Mikey nunca antes había pensado en eso. Sabía que a Frank ya no le gustaba estar sin playera en público, y sabía que era la misma razón por la que usaba mangas largas todo el tiempo. La misma razón por la que le pidió a Ray que le cortara el cabello de manera que cubriera su cara. Pero realmente no pasaba mucho tiempo pensando sobre sexo y Frank. No desde que se conocieron, como sea, antes de que decidieron ser mejores amigos.

 

Frank seguía viéndolo ansiosamente, y Mikey se dio cuenta que nada de lo anterior lo había dicho en voz alta.

 

- Es difícil de decir, -dijo con honestidad. - Porque yo te conozco, y cuando te veo sólo veo… a ti.

 

El rostro de Frank se entristeció. - Oh…

 

- Pero no creo que lo hicieran, -añadió Mikey.

 

- ¿En serio?

 

- Bueno, pero no te tomes mi palabra muy en serio. Me enamoré de la novia de Frankenstein cuando era niño.

 

Frank rodó los ojos otra vez. - Gracias, hombre, me siento cómodo y cálido con la semejanza.

 

- No son tan malas, -prometió Mikey. - Y tú eres lo suficientemente lindo para opacarlas.

 

- Jódete, -dijo Frank, pero se relajó lo suficiente para sonreír un poco.

 

Mikey lo vio remover en su litera buscando una playera. - ¿Cortez dijo algo sobre ellas?

 

- ¿Qué? -Frank se puso la playera y luego acomodó su cabello sobre su frente. - No. Y mantén baja la voz, hombre, su litera está como, justo ahí.

 

- Bien, -dijo Mikey. - Pero creo que los ronquidos increíblemente ruidosos son una buena señal de que no está escuchando. Realmente agotaste al tipo.

 

Frank rodó los ojos y tomó su celular. - Como sea. Voy a llamar a mi mamá.

 

- Gee está en la sala de atrás, -le dijo Mikey.

 

- Está bien, -dijo Frank y se dirigió al frente del bus.

 

- Frankie, -Mikey lo llamó, pero Frank sólo le dijo, - No me molestes con eso, hombre, -y cerró la puerta corrediza tras él.

 

Mikey regresó a su litera y cerró la cortina. Tan pronto volvieron al bus, todos se habían metido a sus literas, excepto Gerard, quien estaba murmurando para sí mismo sobre su pila de libros, y Frank, quien aparentemente no necesitaba dormir cuando había tenido acción la noche anterior. Sus ojos se sentían pesados; dejó que el movimiento del bus lo arrullara a un aturdimiento, despertando un tiempo después cuando alguien pasó a su lado.

 

- Hey, -escuchó a Gerard hablar en la sala trasera. - ¿Cómo está tu mamá?

 

- Está bien, -alguien respondió. Frank. - ¿Encontraste algo?

 

- No aún… escucha, Frankie, realmente siento lo de esta mañana. Estaba completamente fuera de lugar.

 

Hubo un silencio. Mikey se inclinó fuera de su litera. Sólo podía ver a Frank parado en el marco de la puerta, con los brazos cruzados. - Sí, -dijo Frank, su voz estaba tensa. - Realmente lo estabas.

 

- Sólo estaba preocupado, -dijo Gerard quedamente. - No llegaste en toda la noche y estaba preocupado, y lo dejé salir como si estuviera enojado.

 

Frank suspiró pesadamente. - Sabes, pudiste haberme dicho que alguna mierda estaba pasando. ¿Por qué carajo ninguno de ustedes llamó a mi celular?

 

Hubo algunos sonidos, y luego Frank se movió, Mikey pudo ver a Gerard arrastrándolo a sentarse en la pequeña mesa con él. - Lo siento, -repitió. - Estaba completamente equivocado. ¿Puedes perdonarme?

 

- Gerard, vamos, -Frank se recargó contra en asiento y cerró los ojos. - Por supuesto.

 

Gerard sonrió, aliviado. - Genial.

 

Ninguno de ellos dijo nada por un momento. Frank colocó su mano sobre la de Gerard, y Mikey pudo verlo tomando del rosario de sus dedos, envolviéndolo en su propia mano. - ¿Por qué es llamado Rosario?

 

- Hay un puñado de explicaciones diferentes, pero la leyenda es que la oración en sí fue hecha hacia San Dominic cuando María apareció para él en el siglo trece.

 

Frank asintió, frotando su pulgar sobre las cuentas. - ¿Tan tarde?

 

- Bueno, la oración como la conocemos, sí. Mira, tiempo atrás, monjes y clérigos solían recitar los ciento cincuenta salmos del Rey David, y las personas que vivían cerca querían ser parte de eso, ¿cierto? Sólo que no podían leer, o entender lo que era dicho, entonces empezaron a decir ciento cincuenta Padre Nuestros. Eventualmente empezó a transformarse, y cuando una versión de cincuenta Ave Marías emergió, en lugar de ciento cincuenta, fue llamada Rosario. Un ramo de rosas. Con el tiempo el término llegó a significar la oración y las cuentas, aunque todo el conteo de oraciones se remonte al principio de los tiempos, y no es exactamente una tradición Cristiana. -Gerard observó a Frank por un minuto. - Sabes, toda esa devoción a María que adoptaste es muy, muy Católica, odio decirlo.

 

- Cállate, -le dijo Frank, sonriendo un poco. - No lo sé, es cómo… no creo que estés mintiendo ni nada parecido, pero aún no compro todo el asunto de Dios. Pero es como… creo en ella. En lo que ella representa, supongo. ¿Tiene sentido?

 

- Muy católica, -repitió Gerard, riendo cuando Frank rodó los ojos. Estaba mirando el rostro de Frank, y por un minuto estiró el brazo para deslizar sus dedos sobre la frente de Frank, bajo su cabello. Frank se quedó completamente quieto, sus ojos fijos en Gerard. Mikey contuvo el aliento. Gerard hablo muy quedamente. - Frankie, necesito…

 

El autobús repentinamente se sacudió con violencia y Mikey salió volando de su litera, cayendo dolorosamente sobre el suelo. Eso fue suficientemente malo, pero entonces algo redondo y pesado cayó desde una de las literas sobre él, aterrizando en su estómago.

 

- Joder, -se quejó. Frank y Gerard llegaron corriendo desde la sala, y Frank tomó la cosa redonda mientras Gerard lo ayudaba a sentarse. - Qué carajo es esa cosa, se sintió como una bola de boliche.

 

- No lo sé, -dijo Frank, examinándola brevemente antes de lanzarla a la litera vacía de Mikey. - Mierda, Mikey, ¿estás bien? ¿Qué pasó?

 

- El bus tembló y caí de la litera, genio, ¿tú qué crees? -Dijo Mikey con molestia. Puso sus manos sobre su estómago, dolía. Aunque no pensaba que tuviera un sangrado interno o algo así.

 

Bob sacó la cabeza de su propia litera. - ¿Qué está pasando?

 

- Mikey se cayó de su litera, -respondió Frank.

 

- Bien, -Bob miró a Mikey, luego a Frank. - Déjame cambiar la pregunta, ¿qué está pasando que hacen tanto ruido?

 

- Chicos, -dijo Gerard.

 

- ¿Alguien está lastimado? -Ray preguntó tras su cortina. - ¿Necesito despertarme?

 

- Chicos, -llamó Gerard otra vez.

 

- Alguien va a estar lastimado si no se callan, -dijo Bob.

 

- Chicos, -Gerard alzó la voz, haciéndolos callar a todos y mirar hacia él. Había tomado la cosa redonda de la litera de Mikey y estaba moviéndola en sus manos, mirándola con una expresión que nunca, en la experiencia de Mikey, significaba algo bueno. - ¿De qué litera salió esto?

 

Hubo un silencio en el que todos se miraron expectantes, y luego Gerard realmente se agitó e insistió, - ¡Que alguien me diga de donde salió! -Y Mikey señaló sorprendido la litera del medio a su izquierda.

 

- Es la de Mark, -dijo Gerard corriendo la cortina. La litera estaba vacía excepto por la mochila roja de Danny. - Mierda, mierda. Dónde están, ¿alguien lo sabe?

 

- Creo que están en otro bus, -dijo Ray lentamente, ceñudo. - Gee, ¿qué es eso?

 

Gerard encontró los ojos de Mikey e hizo una cara que significaba “no puedo hablar de eso aquí” antes de desaparecer hacia la sala trasera otra vez.

 

- Qué carajo…-dijo Frank.

 

Mikey se levantó del suelo y les hizo señas a los otros chicos para que se callaran, buscando su celular. Escribió en la pantalla “No hablen de esto frente a muggles” y lo levantó para que todos pudieran leerlo. Frank tomó el celular y escribió algo en respuesta, dándoselo de vuelta a Mikey.

 

- No lo sé, -le dijo Mikey. - Pero vayamos a despertar a Brian. Creo que las cosas empeoraron.

 

Cuando estuvieron instalados en la sala trasera, con una toalla atorada bajo la puerta corrediza para que nadie pudiera abrirla, Gerard dejó la bola sobre la mesa y señaló el diseño en ella. - ¿Ven esto?

 

Todos se inclinaron para mirar. La bola en sí era de un color obscuro, casi negro, con grabado en un verde sucio recorriéndola. Había un diseño marcado en ella, no tallado exactamente, más como si hubiera sido puesto bajo la superficie de la bola. Lucía como un montón de brazos o algo así. - ¿Qué es lo que estamos mirando? -Mikey le preguntó a Gerard.

 

Gerard colocó un libro abierto en el centro de la mesa y señaló una imagen. Era el mismo diseño que estaba en la bola. - Es un sello de transformación usado en la necromancia. Drena a la víctima y usa su fuerza vital para enriquecer a la cosa que están intentando despertar. Algo así como una transfusión de sangre, pero con la energía que es generada por un alma humana. -Gerard volteó la bola y señaló otro diseño en ese lado. - Aun no sé lo que significa éste.

 

Brian miró a Gerard. - Déjeme aclarar esto. ¿Dos niños están usando esto para drenar la fuerza de Pete Wentz para poder traer algo de vuelta de la muerte? -Gerard asintió con seriedad y Brian miró a Frank. - Hombre, ¿recuerdas cuando creíamos que tus estigmas eran raros? Extraño esos días.

 

- Yo no, -dijo Frank con sentimiento. Mikey estaba realmente de acuerdo.

 

- Miren, no quisiera que esto fuera cierto más que tú, Brian, -Gerard suspiró. - Pero piensen en eso. Sus padres están muertos, están solos. No sería la primera vez que alguien trata de traer de vuelta a un ser querido.

 

- ¿Entonces qué hacemos? -Preguntó Mikey. - ¿No podemos sólo romperla?

 

- Uh, -dijo Ray, levantando la mano. - ¿Puedo votar contra eso? No sabemos lo que pasará, además realmente dudo que Mark hubiera dejado la clave de su plan malvado en su litera. ¿Y si es una trampa?

 

Mikey tuvo un pensamiento horrible. - ¿No deberíamos advertirle a Pete sobre esto? Quiero decir, Mark podría estar haciéndole algo justo ahora. Ni siquiera sabemos dónde está.

 

- ¿Tienes el número de Pete? -Preguntó Brian. Mikey asintió. - Calma. No hay que alarmarlo, sólo hay que saber si Mark está en su bus. Tomaremos los libros que necesitemos del equipaje cuando alcancemos una parada.

 

- Hay algo más, -dijo Mikey, algo que Mark le había dicho llegándole de repente. - Los ataques de Pete han estado pasando desde hace un mes, ¿cierto? -Gerard asintió, por lo que Mikey continuó. - Ese es el tiempo que Mark y Danny han estado en el tour.

 

Gerard se recargó sobre el respaldo, luciendo afectado. - Mierda. Realmente no quería que fueran ellos. Son demasiado jóvenes.

 

Bob alzó una ceja. - No hay límite de edad para estar loco, Gee.

 

- No, -dijo Gerard miserablemente. - Supongo que no.



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