Posted on November 11, 2013 at 9:55 PM |
- ¿Y ellos sólo tomaron el dinero, sin preguntar?
Mikey asintió. - Así es. Todo lo que tenían que hacer era asegurarse de que la cosa estuviera cerca de ti cuando estuvieras en el escenario. Nunca preguntaron lo que era.
- Hombre, -dijo Joe. - Sabía que esos niños eran raros.
Le relataron toda la historia a Pete y sus chicos: cómo Mark y Danny no tenían más familia que sus padres, que habían sido asignados a orfanatos diferentes y en un momento de desesperación Mark había aceptado la oferta hecha por “algún tipo sombrío” de cargar la bola chupa-almas, o lo que sea, en el tour de Pete. El tipo sombrío les había pagado a los niños la mitad por adelantado, con la promesa de la otra mitad cuando se vieran en Chicago.
- Lo que no entiendo, -dijo Patrick por millonésima vez. - Es cómo llegaron al tour en primer lugar. ¿Realmente no puedes recordarlo, Pete?
- No, -Pete negó. - Sólo recuerdo a Danny rogándome para que los dejara venir.
Andy rascó su barba. - ¿Como control mental?
- Probablemente era algo más temporal, -dijo Ray. - Es realmente simple cuando sabes cómo.
Mikey entrecerró los ojos. - Voy a recordar que dijiste eso.
Ray movió una mano en negativa, sonriendo de lado. - El punto es que los niños no tenían idea de en qué se estaban metiendo. Cuando notaron que te estabas enfermando, el pequeño se asustó y dejó la bola donde pensó que Gerard la encontraría.
- Pero todo está bien ahora, ¿cierto? -Preguntó Patrick. - Quiero decir, ¿se acabó?
- No lo sabemos, -dijo Frank. - Necesitamos mantener a los niños y a esa bola rara lejos de ti, Pete, y veremos cómo estás después del show de ésta noche.
Mikey no sabía si era peor o mejor que Mark estuviera haciendo esto por dinero en lugar de estar tratando de traer a sus padres de vuelta. Ser huérfano era la peor cosa en el mundo que Mikey podía imaginar; había sido suficientemente malo cuando su abuela murió, aunque sabía que había sido peor para Gerard.
Había pasado justo después de que Gerard se había graduado de SVA, la tinta apenas se secaba en su diploma. Al principio Mikey estaba enojado por la manera en que Gerard se había revolcado en su propia miseria; encerrándose en el sótano, estando despierto sólo lo suficiente para beber hasta quedarse dormido de nuevo. Parecía demasiado egoísta. El abuelo había perdido a su esposa, mamá había perdido a su madre, todos estaban sufriendo, pero Gerard estaba hecho pedazos, completamente perdido en su ira y dolor.
Mikey recordaba haber ido a la habitación de Gerard con la intención de arrastrarlo por las escaleras, diciéndole furiosamente “yo también la amaba”.
Gerard no había volteado su rostro hacia Mikey, seguía mirando el muro. Dijo secamente, “no como yo lo hice”, y por mucho que Mikey quisiera discutir con él, la cosa era, que tenía razón. Mikey amaba a su abuela y la extrañaría por el resto de su vida, pero ella había sido el héroe de Gerard. Y eso era diferente, porque el héroe de Mikey era Gerard.
Mikey estaba seguro que si Gerard hubiera encontrado una manera de traerla de vuelta, lo hubiera hecho en un segundo. Cuando pensaba en eso, estaba realmente agradecido que Danny y Mark no trataran de hacerlo, porque cuando Mikey imaginaba tener que explicarles que eso no iba a pasar, su estómago dolía.
Ray, Frank, Bob, y él se quedaron en el bus de Pete por el resto del viaje, dejando a los niños solos con Gerard y Brian. Mikey aún no sabía lo que Gerard iba a hacer con los niños, y no era como si pudiera ayudarlo a decidir porque el estúpido Vaticano no dejaría que Gerard le dijera nada.
- Es decir, no tenían malas intenciones, -le decía ansiosamente a Mikey cuando habían llegado al lugar y los niños estaban a salvo en una habitación con seguridad en la puerta. - No estaban tratando de lastimar a Pete. No tenían idea. Sólo estaban desesperados y alguien se aprovechó de ellos.
Mikey estaba de acuerdo, pero también pensaba que regresarlos al sistema del que salieron no ayudaría cuando habían estado tan desesperados por huir. - ¿No hay algo, cómo, la Iglesia no puede cuidar de ellos?
Gerard soltó una risa irónica. - Sí, estoy seguro de que Mark estaría feliz de eso. Uno de los hogares en los que estuvieron antes de ser separados era manejado por la Iglesia.
Oh. - ¿Y… no era lindo?
- No, -dijo Gerard secamente. - No lo era.
Obviamente no quería hablar sobre eso, lo que significaba que Mikey no quería oírlo, realmente, porque lo que sea sobre lo que Gerard no le gustara hablar, tenía que ser bastante malo. Sólo frotó los hombros de Gerard, haciendo su sonido de simpatía.
- No hay manera de que se acabe, -dijo Gerard, frotando sus ojos. - Mi teoría es que éste “tipo sombrío”, quien sea que sea, está drenando más gente en Chicago. Pero no entiendo por qué necesita a Pete.
- Bueno, pero ya no lo tendrá, ¿cierto? -Mikey señaló razonablemente. - Quiero decir, ¿eso no arruinará sus planes?
Gerard movió la cabeza, su boca en una estrecha línea. - No lo sé Mikey. Parece que siempre encuentran otra manera.
A pesar de los recelos de Gerard, el show de esa noche transcurrió sin problemas, y después Pete estaba totalmente bien, sin efectos de enfermedad en lo absoluto. Prácticamente bajó bailando del escenario y envolvió a Mikey en un estrecho y sudoroso abrazo, haciéndolo bailar con él, por lo que Mikey tuvo que aferrarse a sus hombros en caso de que terminaran con los traseros en el suelo.
- Mágico, -dijo, sonriendo ampliamente, y dejó un húmedo y ruidoso beso en la mejilla de Mikey. - Eres mágico, Mikeyway.
Patrick y los otros chicos estaba sonriendo tanto que Mikey se preocupó de que pudieran lastimarse. - Este es el Pete real, -escuchó que Andy le dijo a Bob. - Así es realmente, cuando está bien.
Todos estaban de buen humor después de eso. La banda porque Pete ya no estaba desapareciendo frente a sus ojos, el equipo porque el tour estaba a un respiro de terminarse, y Bob porque seguía recordando cosas que su madre cocinaba de las que no podía conseguir en ningún otro lugar y no podía esperar para tener.
- Quiero decir, no quiero que creas que sólo la amo por su comida, -dijo seriamente. El equipo estaba cargando los buses y Mikey acompañaba a Bob, quien fumaba un cigarrillo.- Pero santo Dios, la mujer cocina de maravilla.
Mikey asintió, elevando la mano para tapar el sol frente a sus ojos. - Te creo, hombre.
- Además no se puede conseguir buena pizza fuera de Chicago, -añadió Bob.
- Hey, -bufó Frank, recargándose en el muro junto a Mikey y prendiendo un cigarro. - La pizza de Jersey es la mejor.
- Sabes que no voy a dignificar eso debatiendo contigo, -dijo Bob ligeramente. - Ni siquiera lo intentes.
- Hey chicos, buenas noticias, -dijo Brian, cerrando su teléfono al unirse a ellos. - Acabo de hablar con Craig, y resulta que está en una organización de caridad que ayuda a adolescentes en problemas. Él piensa que puede encontrar un lugar seguro para que Danny y Mark se queden.
- ¿En serio? -Brian asintió y Mikey palmeó su hombro. - Eso es asombroso, hombre, Gee va a estar feliz.
Brian sonrió. - Significa que no tendrán que volver a un orfanato, no van a ser separados. Creo que Mark aun va a necesitar que alguien lo vigile, pero… -fue interrumpido por el timbre de su teléfono otra vez; miró la pantalla, alzó las cejas y contestó. - ¿Ray? ¿Por qué… qué? -Brian frunció el ceño. - ¿Por qué? Pero… bien, entonces. Vamos para allá.
- ¿Qué pasó? -Preguntó Mikey tan pronto colgó la llamada.
- No lo sé, -dijo Brian con preocupación. - Ray está arriba con Gerard y los niños. Dijo que necesitaba que estuviéramos ahí.
- Cada vez que estamos fumando, Jesús, -se quejó Frank, apagando la colilla y regresando el cigarro a la cajetilla.
El lugar estaba realmente quieto en el interior, todos debían estar afuera, supuso Mikey, pero uno de los guardias de seguridad seguía fuera de la puerta. Asintió en reconocimiento a Mikey y abrió la puerta para dejarlos entrar.
Cuando la puerta estuvo cerrada a sus espaldas, Mikey notó que Gerard estaba parado de forma extraña; completamente quieto en una esquina de la habitación con las manos pegadas a sus costados. Ray estaba parado a su lado, y los niños no se veían por ningún lugar.
- Hey, -empezó Mikey. - ¿Dónde están…?
Hubo un repentino movimiento detrás de él, y un realmente siniestro sonido, y cuando Mikey se volteó pudo ver que Mark estaba sosteniendo un arma.
Un arma.
- Mark, ¿qué carajo?
- Retrocedan, -ordenó Mark, moviendo el arma frente a ellos con una mano temblorosa. Mikey no sabía qué hacer… tratar de quitársela, pararse frente a ellos para que no los lastimaran, gritarle que dejara el arma. Era muy extraño, Mark era sólo un niño y ahora tenía un arma, y el instinto de Mikey era hacer cualquier mierda que decía su mente, pero parecía estar perdida en el suelo.
- Retrocedan, -repitió Mark, y Mikey reaccionó para hacer lo que le decían, arrastrándose de espaldas hasta que sintió a Gerard tras él. Los otros chicos hicieron lo mismo; Frank se movió increíblemente lento pero eventualmente estaban todos apretados en la esquina de la habitación. La mano de Mark seguía temblorosa; usó su otra mano también para sostener el arma, pero ésta seguía temblando cuando les advirtió, - No se muevan. No se atrevan a moverse, ¿de acuerdo?
Los pulmones de Mikey querían explotar, buscó a su espalda por la mano de Gerard, para aferrarse a ella y asegurarse que estaba ahí.
- Danny, toma tu mochila, -ordenó Mark, estirando su pie para patear la pantorrilla de Danny cuando no atendió inmediatamente. - ¡Dije que tomaras tu maldita mochila!
Danny se movió miserablemente hacia el otro lado de la habitación, donde cerró su mochila con la bola dentro antes de ponerla sobre sus hombros. Los miró brevemente y susurró-, lo siento -, antes de pararse detrás de Mark otra vez.
Mikey podía sentir la tensión trepando a los demás en forma de olas; Frank estaba casi temblando, y Mikey quería encontrar sus ojos para asegurarse que estaba bien, pero parecía no poder poner sus ojos lejos de Mark, lejos del arma. Ni por un segundo. La seguridad aún estaba incierta; Mikey deseaba que no lo supiera, que no lo hubiera visto miles de veces en películas, que no fuera posible que un niño supiera cómo manejar un arma.
- Deberíamos gritarle al guardia de seguridad, -susurró Ray, rompiendo el silencio.
- Lo intentas y disparo, -dijo Mark, y aunque su voz estaba temblando tanto como sus manos, Mikey le creyó. - Nos vamos a ir ahora, y ustedes no van a intentar detenernos, ¿de acuerdo? Si intentan seguirnos, les dispararé. Lo digo en serio.
- A la mierda, -dijo de repente Frank, y antes de que alguno de ellos pudiera reaccionar, estaba cruzando la habitación, estaba acercándose a Mark, acercándose al arma.
Mikey estaba apenas consciente de que se estaba moviendo; todo parecía estar en cámara lenta y a máxima velocidad al mismo tiempo. De repente, estaba al lado de Frank, tratando de alejarlo del peligro, y todos estaban gritando y jalándose unos a otros y todo en lo que podía pensar Mikey era “el arma se va a disparar, se va a disparar”, y luego Mark tenía la espalda contra el muro y Frank estaba justo frente a él, con el cañón de la pistola contra su frente, y todos dejaron de moverse al mismo tiempo.
- Qué carajo, Frank, -siseó Brian, pero Frank ni siquiera parpadeaba, sólo seguía mirando fijamente a Mark. Mikey iba a vomitar, estaba seguro. Mantenía sus ojos sobre el arma, como si fuera a dispararse si despegaba la vista sólo un segundo.
Las manos de Mark seguían temblando, Danny estaba llorando ahora, las lágrimas bajaban por su rostro al tiempo que jalaba débilmente del hombro de Mark. - No…-le rogó, - Mark, te enviarán a la cárcel.
- No van a salir de ésta habitación, -dijo Frank suavemente. No estaba ni siquiera sudando o algo así, lucía completamente calmado, y Mikey encontró eso casi tan aterrador como el arma. - Dispárame si quieres, niño. Mátame, no me importa.
Los ojos de Mark lo recorrieron de arriba abajo, y dijo. - Bien.
- Frank, -habló Mikey desesperadamente, y entonces Mark apuntó el arma hacia él.
- Aunque apuesto que te importa si lo mato a él, ¿no es verdad? -Le dijo a Frank, quien estaba ya retrocediendo, las manos elevadas frente a él. - ¿Cierto? ¿Quieres que le dispare o vas a retroceder de una vez?
Frank tropezó caminando de espaldas, sus ojos moviéndose frenéticamente entre Mikey y el arma. - Retrocediendo. ¿Ves? No… mira… sólo baja el arma.
Mikey alzó los brazos frente a él, porque eso es lo que la gente hacía en las películas cuando tenían armas apuntando hacia ellos. Podía sentir su corazón golpeando contra su pecho, podía sentir lo asustado que estaba y cómo debía de estarse mostrando en su rostro. Seguía tragando el ácido en su garganta y no apartó la vista, sus ojos seguían sobre el arma.
- ¿Dónde la conseguiste? -Dijo Gerard, dando un paso hacia el frente y luego deteniéndose, las manos en el aire, cuando Mark apuntó el arma brevemente en su dirección. - Mark, ¿por qué estás haciendo esto? Sólo quiero ayudarte. Nadie va a separarte de Danny, te lo prometo.
- Dijiste que podía traer a nuestros padres de vuelta, -dijo Mark, moviéndose lentamente hacia la puerta, retrocediendo, manteniendo a Danny tras él y el arma apuntando a Mikey todo el tiempo. - Esta bola, tú dijiste que podía hacer eso, ¿cierto? Quiero decir, preguntaste si eso es lo que estábamos haciendo. ¿Entonces para eso es? ¿Eso es lo que puede hacer?
Gerard perdió el color y cerró los ojos, tragando brevemente antes de hablar, - Mark, no quise decir que…
- ¡Tú lo dijiste! -Insistió Mark. - Tú no entiendes, no sabía que podía hacer eso. Y ahora lo sé, y… y tengo que intentarlo, ¿entiendes? Lo siento, no quiero lastimarlos, -su voz había empezado a quebrarse, y estaba al borde de las lágrimas cuando añadió. - Pero los necesitamos de vuelta. No tienes idea de lo mucho que apestan las cosas. No sabes lo malo que es.
- Nunca debí haber… Mark, eso no traerá a tus padres, no funciona así. Tienes que escucharme, -imploró Gerard, su brazo estirado. Había empezado a moverse de nuevo, ésta vez Mark parecía dejarlo, aunque seguía apuntando el arma hacia Mikey. - Las personas no pueden sólo volver de la muerte. De lo que estás hablando es increíblemente peligroso, y está mal, Mark, es realmente malo.
- ¡No me importa! -Gritó Mark, empezando realmente a llorar. - No me importa si está mal, no me importa lo que Dios piense. No debió habérselos llevado.
- Sé que es difícil, -Gerard dijo con gentileza, acercándose lo suficiente para empezar a poner su cuerpo en la línea de fuego. - Sé que estás enojado, y que no es justo, y no entendemos porqué las cosas malas le tienen que pasar a las personas que amamos. Pero no puedes traerlos de vuelta. Aún si tuvieras éxito, no serían tus padres. Ellos no… las personas no regresan de la forma en que eran, Mark. Las personas vuelven mal.
Para entonces, Gerard estaba justo frente a Mark, y cuando estiró el brazo para poner su mano sobre la de Mark, sobre el arma, el corazón de Mikey se detuvo. Pero Mark dejó que bajara su mano, lágrimas recorriendo su rostro. Danny envolvía estrechamente con sus brazos la cintura de Mark, su rostro presionado en su hombro, y Mikey podía oír los suaves y angustiosos sonidos que estaba haciendo.
- Vas a empeorarlo todo, y no podré ayudarte, -dijo Gerard. - Dame el arma.
Por un segundo, parecía que Mark iba a hacerlo, pero justo cuando Gerard estaba cerrando sus dedos alrededor del arma, volvió a alzarla, apuntando a Mikey otra vez. - Lo siento, -repitió, buscando la puerta a su espalda. - Pero ellos dijeron que podían ayudar.
Empujó a Danny por la puerta, manteniendo el arma apuntada a Mikey al tiempo que retrocedía, y entonces se habían ido.
- Mikey, -dijo Gerard, moviéndose rápidamente para abrazar a Mikey. Éste se aferró a él y sintió cómo el corazón de Gerard estaba latiendo tan rápido como el suyo, cómo la piel de Gerard olía a miedo. -Oh, mierda, Mikey, estaba tan asustado.
- Yo también, -murmuró Mikey contra el hombro de Gerard. Sintió la mano de Gerard sobre su nuca.
- El guardia se fue también, -dijo Bob agriamente. - El debió haber sido el que les dio el arma. Probablemente estuvo vigilando todo el tiempo para asegurarse de que hicieran lo que les dijeron.
- Mierda, mierda, mierda, -Brian ya estaba sacando su teléfono. - ¿Qué hacemos, llamar a la policía?
- No, -dijo Gerard inmediatamente, soltando su amarre en Mikey un poco. - Eso no es lo que Mark necesita.
- ¿Qué? -Dijo Ray furiosamente. - Gerard, nos apuntó con un arma, le apuntó a Mikey. A quién le importa lo que necesita, ¡pudo lastimar a alguien!
- Llama a Pete, -le dijo Gerard a Brian, ignorando a Ray. - Dile que se suba al bus, que cierre las puertas y suba sólo a las personas en quienes confía a bordo. Sólo la banda, de ser posible, y ése chico Charlie, ha estado con ellos por bastante tiempo, ¿cierto?
- Entendido, -Brian llevó su teléfono al oído y caminó hacia las escaleras, indicándole a Bob que lo siguiera.
Gerard miró a Mikey. - ¿Estás seguro de estar bien?
- Estoy bien, -asintió Mikey, soltándose del amarre de Gerard, poniendo sus manos sobre el brazo de Ray. - Estoy bien, Toro, tranquilo. No me lastimó.
- Aunque pudo haberlo hecho, -insistió Ray. - Toda la simpatía por ése niño se fue por la ventana.
- Es verdad, -asintió Frank, y luego saltó cuando Gerard caminó hacia él, empujándolo hasta el otro lado de la habitación.
- ¿En qué carajo estabas pensando? -Gritó.- Poniéndote en su cara de esa forma cuando él tenía un arma. ¿Estás volviéndote loco? ¿Crees que ese tatuaje te hace a prueba de balas? ¿Se supone que eso es valentía?
- No, -dijo Frank, sorprendido, pero Gerard no había terminado.
- ¡No fue valentía, fue algo estúpido! ¿Qué jodidos pasa contigo, Frank, ya no te importa si vives o mueres? ¿Es eso?
- Sólo estaba tratando de…
- ¡No me importa! No quiero oírlo, -dijo Gerard, sus manos se apretaban ansiosamente a sus costados. - Tienes un deseo suicida, ése es tu problema. Pero tienes que mantenerlo lejos de Mikey, ¿me escuchas? Si lo llegas a poner en peligro por ser un maldito demente estúpido otra vez ,entonces lo juro, Frank, voy a…
- ¿A qué? -Explotó Frank, empujando a Gerard. - ¿Vas a hacer qué, Gerard, sermonearme hasta morir? ¿Dejar de incluirme en tus oraciones? ¿Quitarme la paga que no recibo? Vete a la mierda.
Frank se volvió sobre sus talones y cerró la puerta con fuerza, dejando a Mikey y Ray con la vista en Gerard, quien miraba fijamente el espacio donde Frank había estado parado un momento antes.
- No… -dijo cuándo Mikey intentó acercarse. - Sólo, volvamos al bus.
Mikey pasó el resto de la noche diciendo “estoy bien” una y otra vez. Gerard seguía haciendo gestos de ansiedad y Ray parecía no creer que Mikey no había recibido una bala, seguía colocando las manos sobre sus hombros o su rostro o su pecho, frunciendo el ceño como si pensara que Mikey estaba escondiendo un disparo en algún lugar.
- Lo que es extraño, -le dijo a Frank cuando se congregaron en la sala trasera. - Es que sigo siendo el mismo. Quiero decir, parece que tener un arma apuntada a ti debería ser algo que te cambie la vida, ¿sabes? Como si debiera haber tenido una revelación.
- ¿Así que tu vida no pasó frente a tus ojos? -Preguntó Frank con curiosidad.
Mikey entrecerró los ojos. - Dímelo tú.
Frank movió una mano. - Él no iba a dispararme.
- Pero pensaste que me iba a disparar a mí, -señaló Mikey.
Frank lo miró ceñudo. - Eso es diferente.
Realmente no lo era, pero Mikey no quería discutir sobre eso. No quería preguntarle a Frank si hubiera hecho lo mismo si hubiera pensado que Mark le iba a disparar. - Básicamente, lo que sentí fueron ganas de vomitar. Valiente, ¿cierto?
- Hey, hombre, -dijo Frank. - No lloraste ni te orinaste encima. Cuéntalo como ganancia.
- Me pregunto si hubiera ido al Cielo, -reflexionó Mikey en voz alta. - Quiero decir, no me confesé ni nada parecido. Ya sabes, como Lucy.
- Supongo que así debe ser, -dijo Frank con molestia. - No hacemos nada más que comer, dormir y trabajar hasta el cansancio. Si morimos y hay un Cielo y no entramos porque no dijimos las malditas oraciones entonces voy a patear el trasero de alguien.
Mikey realmente pensaba que a Dios, el Dios del que Gerard hablaba, no le importaría si no pudiste tener un sacerdote a la mano cuando morías en un accidente de auto o algo así. Pero le agradaba la imagen de Frank frente a un montón de ángeles en las puertas del Cielo, gritando y demandando ver al administrador. Lo imaginaba como el corralón, [1] lugar que no era divertido para alguien con el carácter de Frank. Sólo que el corralón del Cielo estaba en las nubes, y todos usaban blanco y flotaban por los alrededores.
Mikey le relató esa imagen a Frank, quien prendió un cigarro y dijo, - Suena aburrido como la mierda, hombre.
- Entonces es mejor que te quedes aquí.
* * * * *
[1] “DMV: Department of Motor Vehicles” en su texto original. Lugar al que la grúa lleva tu auto cuando lo has dejado aparcado en un lugar prohibido. En México se conoce con el nombre coloquial de “corralón.”
Categories: Staring Through The Demons, Fanfics, Traducción
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