Posted on November 14, 2013 at 8:05 PM |
Una van los llevó a la casa de Pete, y después de que dejaron sus cosas (y disfrutaron del hecho de que era una casa, que tenía escaleras y dormitorios y más de un baño y que era de ellos, algo así, que no tenían que dormir en el suelo o en los pies de alguien más), se dirigieron a Misa.
Mikey estaba esperando que Frank desistiera, pero fue con ellos y se sentó con los brazos cruzados, luciendo molesto y reusándose a cerrar los ojos e inclinar la cabeza para las oraciones, como siempre lo había hecho. Mikey tampoco era bueno en las oraciones, pero era lindo poder sentarse tranquilo y estar sólo con sus pensamientos por unos minutos. No tenía que escuchar lo que el sacerdote estaba diciendo; se permitió a sí mismo pensar en Pete, sobre el caso, sobre lo asustados que Danny y Mark debían estar y dónde se encontraban, si estaban bien.
La única vez que realmente prestó atención fue cuando tomó comunión. Al principio sólo lo hacía para hacer feliz a Gerard, pero ahora le gustaba; además sentía que merecía recibir la Hostia considerando que ocupaba su trasero en el trabajo de Dios todos los días. Aunque confesarse era otra historia. Gerard iba cada vez que pasaban por una iglesia, pero Mikey no creía que decirle a un sacerdote que estabas arrepentido cuando no era así podría darte algunos puntos, y tampoco veía cómo era que decir oraciones a dios podría absolverte de haber sido un imbécil a alguien en la Tierra. A menos que Dios fuera a quitarle a la persona contra la que pecaste un pequeño peso de su carga diaria, o algo así.
Después de la iglesia, fueron a la casa de los padres de Bob.
- ¿Quiénes somos? -Preguntó Gerard, quitándose el collarín y abriendo los dos primeros botones de su camisa. - ¿Qué estamos haciendo aquí?
- Somos los amigos de Bob, y estudiantes, y estamos de viaje, -recitó Brian, peinando su cabello con una mano. - Y en ningún momento será mencionado nada sobre luchar con el mal o estar desempleados, ¿de acuerdo?
- Probablemente estarían de acuerdo con lo de luchar contra el mal, -dijo Bob y luego una mujer rubia abrió la puerta y gritó- ¡Robert! -, y luego abrazó a Bob tan fuerte que prácticamente dejó de pisar el suelo.
Era algo extraño ver a Bob con sus padres. Bob era una de esas personas sobre las que Mikey pensaba en sólo ser Bob, como si hubiera aparecido formado completamente a partir de una roca o algo así. Era extraño, de una buena forma, verlo abrazar a su mamá una y otra vez, y hacer caras cuando su papá le dijo que debía cortar su cabello. Aunque hizo que Mikey extrañara tanto a sus propios padres que su estómago dolió.
- Jesucristo, extraño a mi mamá, -murmuró Frank en su oído. Mikey lo golpeó suavemente con su codo.
- ¿Entonces por cuánto tiempo se van a quedar en la ciudad? -Preguntó la señora Bryar, ayudando a Mikey en su enésima vez de servirse comida.
- No estamos seguros, -dijo Bob después de intercambiar una mirada con Brian. - Quiero decir, estamos ayudando a un amigo con unas cosas, y no estoy seguro de cuánto tiempo nos tome.
El señor Bryar lució interesado. - ¿Qué tipo de cosas? ¿Música?
Bob llevó deprisa un pedazo de papa a su boca, sin hacer comentarios.
- Siempre esperamos que volviera a eso, -el señor Bryar le dijo a Ray. - Fue a una escuela para eso, ¿sabían?
- Bromean, -dijo Ray, seriamente. Bob rodó los ojos.
- Es tan talentoso, -intervino la señora Bryar, secando sus manos en una toalla antes de sentarse junto a Bob.- Pero entonces decidió que prefería dibujar en las personas para vivir.
Frank partió un chícharo con su tenedor. - Con todo el respeto, madame, también es talentoso en eso.
- Puedo ver que así lo crees, -la señora Bryar miró las manos de Frank. - ¿Son todos trabajos de mi hijo?
- Todos menos uno, -dijo Bob.
- Realmente debemos hacer el viaje para visitar su negocio uno de estos días, -dijo la señora Bryar, sirviéndose otro vaso de jugo. Miró a Gerard y dijo, - ¿Qué hay de ti, hijo, también trabajas ahí?
Gerard entró en pánico y Mikey casi se ahoga tratando de tragar la comida que tenía en la boca para poder decir- Es mi hermano mayor, - y rezar porque la señora Bryar lo dejara así.
Afortunadamente, Brian estaba ahí para distraer a ambos padres con su “experiencia gerencial y espíritu emprendedor”. Era realmente claro que pensaban que él era la mejor cosa que Bob haya llevado a su casa, y Mikey estaba contento de haberse llenado con toda la comida de la señora Bryar que cupo en su cuerpo, aunque escuchar las divagaciones de Brian sobre inversiones y bienes raíces y toda la basura que amaba lo hacía sentir suicida por el aburrimiento. Más que nadie que conociera, Mikey pensaba que Brian merecía volverse rico algún día, sólo por el hecho de que parecía que sabría realmente qué hacer con más dinero que cincuenta dólares.
- Bien, -dijo Bob en su camino de regreso a casa de Pete. - Además de la parte en la que tuvimos que mentir sobre todo, creo que estuvo bastante bien.
- Lo siento, -dijo Gerard inmediatamente.
Bob lo miró extrañado. - Hey, hacer esto fue mi decisión. Les diría si no estuviera seguro de que se van a preocupar todo el tiempo.
Gerard frunció el ceño. - Sólo es que me siento mal porque estés lejos de ellos.
- Pero estaría lejos de ellos de cualquier forma, -dijo Bob con paciencia. - No he vivido en Chicago desde hace años.
- Hombre, -interrumpió Mikey, porque de otra forma, eso iba a seguir por siempre. - Quiere sentirse culpable. Sólo déjalo.
- No quiero, -gruñó Gerard. Sacó su collarín de su bolsillo y lo colocó de nuevo. - Pudiste haberte quedado, sabes. No tienes que volver a casa de Pete.
Bob miró a Gerard por un minuto, luego dijo. - ¿Querías quedarte?
- No, -dijo Gerard culpablemente, apartando la mirada.
- Hey, -dijo Ray. - No te sientas mal, hombre. Yo me hubiera mudado si me hubieran dejado.
- Yo también, -dijo Brian.
Pete y los chicos llegaron después, para hablar con Brian sobre arreglos con la seguridad y para empacar algunas cosas de Pete y llevarlas a casa de Patrick. Mikey estaba sentado en el estudio con Gerard y Frank cuando Andy entró, tomó una silla, la puso al revés, se sentó son los brazos cruzados sobre el respaldo y miró fijamente a Gerard por un momento.
- Uh… -habló Gerard.
- Quiero preguntarte algunas cosas, -dijo Andy. - Pero Pete me dijo que no porque has sido muy atento con él. ¿Te molestaría?
- No lo sabré hasta que me preguntes, -dijo Gerard. Cerró el libro que estaba leyendo y dejó sus manos sobre su regazo. - Dispara.
- Genial, -Andy se movió un poco, poniéndose cómodo, tan cómodo como se puede estar sentado al revés en una silla de madera, pensó Mikey, y abrió preguntando. - ¿Crees en Dios? Quiero decir, ¿realmente?
Mikey podía respetar eso; alguien que no daba vueltas e iba directo al punto. Pero estuvo impresionado cuando Gerard logró limitarse a sí mismo a abrir los ojos y responder con un ligero y estrangulado, - Realmente.
Andy asintió. - Qué hay de las personas que creen en Dios pero no son católicos, o incluso cristianos. ¿Hay un Dios diferente? ¿Cómo funciona eso?
- Yo creo que sólo hay un solo Dios. Pero hay muchos caminos diferentes hacia Él. El catolicismo es en el que yo estoy, pero no pienso que a Dios realmente le importe, -dijo Gerard estirando sus manos frente a él. - Probablemente no le importa si crees en Él en lo absoluto, siempre y cuando seas una buena persona.
Frank bufó en el otro lado de la habitación. Gerard lo ignoró.
- ¿Entonces Darwin no está ardiendo en el Infierno justo ahora? -Preguntó Andy.
Gerard hizo una expresión de incredulidad y rio. - ¿Por qué lo estaría? La Iglesia acepta la evolución. Es enseñada en las escuelas católicas.
- Sí, pero como, en la manera de diseño inteligente, ¿cierto?
Gerard tomó un profundo respiro, y Mikey se puso cómodo en el sillón porque evidentemente iban a discutir por un largo rato. - No hay manera, la Iglesia se puso realmente en contra del diseño inteligente, especialmente en las escuelas. El Papa consiguió que se cambiara todo sobre eso, fue realmente genial. -Gerard pausó y miró a la distancia por un minuto, evidentemente contemplando la genialidad del Papa. Mikey vio a Andy y Frank intercambiar una pequeña sonrisa. Mikey movió a Gerard, quien se despejó a sí mismo y continuó. - La posición oficial de la Iglesia es la evolución teísta, la cual básicamente establece que la ciencia y la fe pueden ser conciliadas juntas cuando se trata de la creación. No tienes que creer en una u otra porque no están en oposición.
Andy frunció el ceño. - Creo que Adán y Eva tienen algo que decir sobre eso.
Gerard se inclinó hacia Andy y esperó que él se acercara antes de susurrar confidencialmente, - Adán y Eva es sólo una historia. No lo cuentes. -Andy abrió los ojos, haciendo a Gerard reír y decir, - Hablando en serio, hombre, la evolución explica nuestra presencia física en la Tierra, ¿verdad? El Big Bang, la gradual aparición de la vida, todo eso. Pero no explica por qué tenemos almas, por qué hay un aspecto espiritual en nuestra existencia. Por qué somos diferentes de otros animales, por qué tenemos la capacidad de preguntarnos si hay un Dios. Ahí es donde los católicos recurren a su fe.
- Muy bien, -dijo Andy, - puedo digerir eso, -y luego se quedó quieto, mirando a Gerard de una forma que claramente decía “no te va a gustar la siguiente parte”.
Gerard preguntó. - ¿Qué?
Andy encogió los hombros y miró sus uñas por un segundo, luego dijo. - Tengo que preguntar, hombre.
Gerard suspiró, inclinando su cabeza hacia atrás. Con los ojos cerrados probó, - ¿Por qué las mujeres no pueden ser sacerdotes?
- ¡En serio! -Andy explotó, moviendo las manos. - ¡Es muy estúpido!
- Estoy de acuerdo, -suspiró Gerard, justo como cada vez que Bob se enojaba por el tema. Era extraño, cuando eran niños, “paciente” no era una palabra que Mikey hubiera usado para describir a Gerard. Ahora era reconfortante en las raras ocasiones cuando Gerard perdía la calma, como si siguiera siendo una persona real. Aunque en su mayoría sólo pasaba cuando estaba hablando con Frank.
- ¿Qué? -Andy estaba diciendo ahora, aparentemente menos impresionado por la diplomacia de Gerard que Mikey. - ¿No vas a intentar defenderlo?
Gerard estiró sus manos en un gesto de pedir paciencia. - Podría decirte cómo lo defiende la Iglesia. El catequismo establece que sólo porque Jesús escogió únicamente hombres para ser sus apóstoles, la Iglesia no puede revocar esa decisión.
- ¿Y qué hay de eso de lo que me hablaste? -Intervino Frank, ceñudo. - El sensus fidelium, la cosa donde la Iglesia puede cambiar de parecer de acuerdo con lo que la gente cree.
Gerard arrugó la nariz. - No aplica a decisiones explícitas hechas por Dios. Las leyes hechas por el hombre pueden cambiar, pero un decreto de Dios es absoluto. -Frank bufó y Gerard se apresuró a añadir. - Mira, puedo seguir y seguir sobre esto, puedo citar Corintios hasta que te vuelvas loco, pero honestamente, cuando llego a esto, no tengo nada. Conozco todas las razones tras el tema, pero todo es pura mierda si me preguntas.
Andy no notó la tensión o no le importó, porque dijo. - Leí que el número de sacerdotes que se ordenan cada año está disminuyendo. ¿No serían capaces de incrementar el número si permitieran entrar a las mujeres?
- Tú lo crees, -suspiró Gerard, buscando en su bolsillo sin encontrar nada. Frunció el ceño, lo palmeó y miró a Frank, quien le mostró el rosario. Mikey notó que Gerard no lo pidió de vuelta, sólo asintió y dirigió su atención a Andy.
- Es decir, -dijo Andy, claramente hincando sus dientes en el tema. - Este artículo decía que están tan desesperados que si eres un ministro de una denominación diferente, como un metodista o algo así, y estás casado, tienes permitido hacerte sacerdote si te conviertes.
Frank se quedó inmóvil, y Mikey sintió gemir a Gerard, realmente sentirlo físicamente, antes de que Gerard admitiera. - Es verdad.
- ¿Y pueden conservar a sus esposas? -Demandó Frank, sentándose erguido y mirando fijamente a Gerard. - ¿Seguir casados? Eso no es justo.
Gerard pausó por un largo momento antes de admitir reluctante,- No. No lo es.
Hubo un horrible y tenso silencio en el que Andy lució confundido y Mikey se apresuró a preguntar, - ¿Por qué no todos son un Ministro metódico, se casan y luego se convierten?
Aparentemente era lo equivocado para decir, porque Gerard frunció el ceño y dijo, - Es un llamado, Mikey, no un plan de cinco años.
Como sea, Mikey sólo estaba preguntando. Aunque imaginó que Gerard ya estaba recibiendo mierda desde suficientes lados, por lo que se mantuvo callado.
- ¿Qué si están casados con un hombre? -Preguntó Andy. - ¿Tendrían permitido ser sacerdotes?
- No.
- ¿Por qué? -Preguntó Andy inocentemente, aun cuando descaradamente ya sabía la respuesta.
Gerard obviamente se sentía de la misma manera, porque miró a Andy severamente antes de decir con resignación. - Porque los individuos con tendencias homosexuales profundamente arraigadas no pueden ser ordenados.
Andy silbó, bajo. - Sabes que cualquier otro jefe sería despedido de cualquier otra empresa, ¿cierto?
Gerard rio un poco, frotando sus ojos con sus manos. - Lo sé.
- ¿Crees que es un pecado?
Gerard sonrió de lado. - La Iglesia establece que…
- No le pregunté a la Iglesia, -interrumpió Andy. - Te pregunté a ti. ¿Tienes algún problema con los hombres a quienes les gustan otros hombres?
Mikey estaba empezando a desear haber estado en otra habitación. Podía ver a Frank devanándose en el otro lado de la sala, y podía sentir la fuerza con la que Gerard se estaba conteniendo cuando dijo quedamente, - Real... realmente no.
Andy parpadeó y luego Mikey pudo ver que entendió el mensaje. - Oh, mierda. ¿En serio? ¿No están enojados por eso?
- No lo saben exactamente, -dijo Gerard cansadamente, y Mikey tuvo que trabajar duro en no mirar a Frank, en no gritarle a Andy para que dejara a Gerard en paz.
- Pero debieron haber preguntado, -presionó Andy. No sonaba molesto, sólo fascinado, pero Mikey tuvo que meter sus manos entre sus piernas en caso de que accidentalmente golpeara a Andy para callarlo.- Quiero decir, ¿no lo investigan, o lo que sea?
- Sí, -dijo Gerard débilmente. - Lo hacen.
La vos de Frank era cortante y severa cuando habló. - Entonces mentiste. No sólo omitiste mencionarlo. Mentiste.
Gerard miró con impotencia a Mikey, pero Mikey no sabía qué hacer, cómo difundir la situación. Sólo encogió los hombros y presionó sus pies contra los de Gerard. Eventualmente Gerard habló con los ojos sobre sus rodillas. - Hice un voto de castidad. No veo por qué importa con quien teóricamente tendrías sexo si has prometido no tener sexo con nadie en lo absoluto. Y además, los pasajes en la Biblia que lidian con sexualidad son tan fáciles de interpretar de cualquier forma que…
- ¿Qué es lo que dice? -Interrumpió Frank. - El catequismo, no la Biblia. ¿Cuáles son las palabras? Vamos, dime, -insistió, su rostro y hombros tensos. - No es como si no pudiera averiguarlo.
Gerard se quedó quieto por un largo rato. Frank seguía mirándolo sombríamente, Andy sólo lucía confundido y el estómago de Mikey se sentía como una bolsa de serpientes; sabía lo que decía el catequismo, y sabía que Gerard no creía en eso. Sabía que iba a hacer que Frank empezara una guerra nuclear y también sabía que Gerard era lo suficientemente estúpido como para al menos mentir hasta que no hubiera nadie más.
- Aunque la particular inclinación de la persona homosexual no es un pecado, -Gerard recitó quedamente, en una forma que hacía claro que no sería capaz de olvidarlo, - Es una fuerte tendencia más o menos ordenada hacia un mal moral intrínseco; por lo tanto, la inclinación misma debe ser vista como un desorden objetivo.
Hubo un espeso silencio, luego Andy dijo. - Con todo respeto, hombre. ¿Cómo no te vuelve loco todo eso?
- Lo hace, -dijo Gerard exasperadamente, moviendo las manos. - Pero sólo porque está escrito, no significa que sea verdad… Frankie, vamos… -dijo cuándo Frank se paró abruptamente y caminó fuera de la habitación. - Mierda.
- Um…-dijo Andy tímidamente. - No quise provocar mierda.
- No es tu culpa, -le prometió Mikey, luego se sintió culpable cuando añadió. - Frank está enojado todo el tiempo.
Gerard estaba mirando miserablemente hacia la dirección en la que Frank había desaparecido; Mikey lo movió otra vez y Gerard arrastró sus ojos de vuelta a Andy. - Nos tomamos la libertad de buscar sobre ustedes en internet, -dijo lentamente, claramente obligándose a regresar a la conversación, y no pararse y correr tras Frank. - Eres un anarquista, ¿eso es correcto?
Andy asintió y levantó su mano, haciendo una señal que Mikey no entendió. - Anarcho-salvagista, sí.
Gerard asintió, mordiendo su labio inferior. Después de un minuto añadió. - Y estás en un exitoso grupo de pop.
Andy chasqueó la lengua, hizo una expresión entre molesta e impresionada y admitió, - A veces mi estilo de vida no concuerda con mis creencias. - Gerard estiró las manos y sonrió un poco, y Andy rio ampliamente, levantando ambas manos para conceder. - Muy bien, me atrapaste. Eres genial, ¿sabes? Me agradas.
- Gracias, -Gerard le devolvió la sonrisa, relajándose un poco al lado de Mikey. - También me agradas.
Andy sonrió de lado y probó su suerte preguntando. - ¿Eres pro-vida?
- ¿Tú eres anti-vida? -Contraatacó Gerard.
Andy inclinó la cabeza. - Algo así, -dijo con picardía, pero Gerard sólo rio. Andy agregó. - Bien, no pretendía molestarte, honestamente. Sólo estoy interesado.
- Está bien, -dijo Gerard, tranquilo. - Es así como tus tatuajes. Si no estás dispuesto a obtener mierda por ellos el resto de tu vida entonces probablemente no te debas sentar en la silla, ¿cierto?
Cuando los chicos se fueron en la tarde, Mikey los acompañó fuera de la casa.
- Siento lo de antes, -le dijo Andy, parándose en la puerta. - Fue algo grueso, ¿verdad?
- ¿Qué hiciste? -Preguntó Pete. - Mikey, ¿qué hizo?
- Nada, -dijo Mikey, ignorando a Pete cuando hizo un puchero. - Los veré mañana. Nos llamarán si algo ocurre en la noche, ¿cierto?
- Promesa, -Pete asintió y le dio a Mikey un estrecho abrazo antes de seguir a los demás al auto.
Mikey subió las escaleras y se asomó en la habitación que Ray estaba compartiendo con Frank. - Hey, Toro.
- ¡Hey! -Ray sonrió, palmeando la cama en la que estaba sentado. - Ven aquí.
Mikey entró y se desparramó en la cama, rodando de lado a lado sólo porque podía. - Dios, -gimió. - Una cama real, podría dormir una semana.
Ray rio, palmeando la pierna de Mikey. - Puedes tomar una siesta, por lo menos. Creo que Brian ya está dormido, por lo que estamos fuera de la jugada el resto de la noche.
- Mmm…-Mikey se enroscó alrededor de la almohada, quitándose los lentes y parpadeando cuando Ray se transformó en una figura borrosa. - ¿Qué hay de ti?
Ray se levantó. - Hay algo que quiero intentar. ¿Quieres que te despierte en un rato?
- Nmm…-le dijo Mikey, quedándose dormido.
Cuando se despertó estaba frío y sus ropas estaban torcidas incómodamente sobre su cuerpo. Mikey odiaba dormirse con ropa, y frunció el ceño al levantarse, arreglando todo y tomando sus lentes de la mesa de noche.
Pudo enfocar la habitación vacía y Mikey bostezó al caminar torpemente por el pasillo y con dirección al baño. Sonrió al pasar la habitación de Bob y Brian, ambos roncando como malditos trenes. Aunque no sabía dónde estaban los demás, por lo que después de orinar y salpicar algo de agua en su cara (y en su cabello, lucía horrible. Quizá podría hacer que Ray hiciera algo con él), bajó las escaleras, hacia la cocina.
Vio a Gerard entrando en la cocina cuando dobló la esquina, y estaba a punto de ir y alcanzarlo cuando lo escuchó decir, - Necesitamos hablar.
Mierda. El corazón de Mikey se hundió. La última cosa que quería era verse envuelto en otro round del show de Frank y Gerard, por lo que se ocultó en las sombras y se asomó por la puerta.
Frank estaba parado frente al lavabo, lavando algo que Mikey no podía ver. Gerard se recargó en la barra opuesta, con los brazos cruzados. Observó a Frank por un minuto, luego dijo, - Voltea, Frank. Sabes que estoy aquí.
Frank detuvo lo que sea que estaba haciendo y se quedó inmóvil por un momento, cabeza inclinada. Luego se volteó para encarar a Gerard, sus propios brazos cruzados. Asintió una vez. - De acuerdo.
Gerard lució momentáneamente aliviado, pero el silencio en la habitación era espeso, y pronto tenía una expresión de ansiedad. - ¿Estás bien?
- Sermoneador.
- Frank, no puedes decirme cómo hacer esto…
- Me voy, -interrumpió Frank, aun mirando hacia suelo. - Cuando estemos seguros de que esto se acabó, el asunto de Pete. Una vez que él esté bien, estoy afuera.
Gerard parpadeó. - ¿Qué?
- ¿Acaso tartamudeé?
- ¿Adónde irías?
Frank se encogió de hombros. - A casa.
- ¿Y hacer qué?
- No lo sé. Ver a mi mamá, -Frank se aclaró la garganta, mirando finalmente a Gerard. - Quizá terminar la escuela. No me mires de esa forma, hombre, lo dijiste tú mismo. No me necesitan.
Gerard elevó las cejas. - No quise decir eso. Tú sabes que no, te pedí disculpas.
Frank asintió, concediendo eso. - La cosa es que, tenías razón. Yo no era para esto. Sé que dijiste todo eso sobre que las cosas pasan por una razón, pero realmente pienso que es pura mierda, entonces…
- ¡Pero no puedes sólo irte! -Dijo Gerard con urgencia, y luego retrocedió, sorprendido, cuando Frank golpeó la barra con la mano.
- ¡Puedo hacer lo que se me dé la gana! ¡Yo digo lo que pasa con mi vida, no tú, ni la Iglesia, y mucho menos tu maldito Dios! -Frank pasó sus manos por su rostro, luego suspiró sonoramente. - Estoy cansado de esto. Estoy cansado de vivir bajo reglas en las que no creo… no soy perfecto, Gee, bajo ningún estándar, pero tampoco soy un maldito hipócrita. No lo soy.
- ¿Estás diciendo que yo lo soy?
- Jesucristo, -Frank rio exasperadamente.- Para alguien que dedica su vida al servicio de Dios, eres sorprendentemente ególatra, ¿no lo crees? Realmente no estaba hablando de ti, por muy difícil que te sea creerlo, ¿pero quieres que sea honesto? Sí. Creo que eres un hipócrita. No tengo idea de cómo haces para recordar de qué lado estás.
- No estoy del lado de nadie, -dijo Gerard, con frustración. - ¿Por qué todo tiene que ser blanco y negro para ti? ¿Por qué es tan malo conservar opiniones personales que quizá no concuerden con mis creencias religiosas…?
- Porque no son tus creencias, -insistió Frank. - ¡Son cosas que sientes que tienes que defender porque usas el uniforme!
Gerard lo miró con la boca abierta. - ¿El uniforme? Bien… solo dime qué esperar de ti, ¿hay un límite para lo irrespetuoso que puedes llegar a ser?
- ¿Irrespetuoso? ¿Quieres hablar sobre falta de respeto? Un “mal moral”, ¿estás bromeando? Y tú lo permites, no lo soporto.
Gerard alzó las manos. - ¿Cuál es tu maldito problema, Frank, por qué estás atacándome?
- ¡Porque mentiste! -Dijo Frank furiosamente. - Mentiste sobre tu sexualidad para que te dejaran ser sacerdote, y tratas de decir toda esa mierda sobre que realmente no importa, y que son opiniones sin fundamento, y que Dios no odia a los homosexuales bla bla bla, pero al final del día, tomaste la consciente decisión de ocultarlo… y no porque estuvieras avergonzado. No porque les hayas creído cuando te dijeron que estaba mal. Tú deliberadamente lo ocultaste porque quisiste. Fue más importante para ti ser aceptado en su bizarra institución, que defender lo que estaba en tu corazón…
- ¿Cómo puedes decirme eso? Te dije lo que pasó con Nicole, -“¿Qué?”, pensó Mikey. “¿Cuándo?” - Tú sabes que perdí mi ministro porque hice lo que creí que era lo correcto…
- ¡Perdiste tu ministro por las jodidas políticas de tu estúpida Iglesia!
- ¡La Iglesia salvó mi vida! -Gritó Gerard con las manos empuñadas. - ¡Y salvó la tuya también, Frank, así te guste o no!
- No puedes estar tan cegado, -Frank gritó de vuelta. - ¡La Iglesia nos odia, idiota, y tú lo sabes! ¡Tú sabes que nunca habrías sido ordenado en primer lugar si no hubieras ocultado el hecho de que eres gay!
Gerard no dijo nada, estaba completamente rojo y lucía asustado, pero tampoco retrocedió, sólo siguió mirando fijamente a Frank.
- Tienes una justificación para todo, -continuó Frank con tranquilidad. - Los gays no van al Infierno, masturbarse no es un pecado, abortar no es la peor cosa que una mujer puede hacer ante los ojos de Dios. Pero la cosa es, que cuando llegamos al asunto, tus jefes no están de acuerdo. Y mientras sigas tomando su dinero y haciendo su trabajo sucio….
- ¿Trabajo sucio? -Dijo Gerard, incrédulo. - Nosotros… nosotros salvamos vidas, Frank.
- Y arruinamos las nuestras en el proceso. Ya no puedo recordar cómo era ser una persona real. Quizá tú firmaste para eso. Yo no lo hice.
Gerard lo miró con tristeza. - ¿Los demás se sienten de la misma forma?
- No que yo sepa, -Frank encogió los hombros. - Quizá es diferente para ellos. Quizá ellos aún te ven como un sacerdote.
Gerard dudó, luego dijo, - ¿Y tú no?
Frank lo miró a los ojos. - No, -dijo quedamente. - Te veo exactamente cómo eres.
Mikey no supo quién se movió primero, pero lo siguiente que supo fue que Gerard tenía a Frank contra la barra… al principio Mikey pensó que estaban peleando, y le pareció demasiado extraño, cuando Gerard era tan pacifista… pero claro que no estaba peleando, se estaban besando. Frank hacía sonidos de desesperación contra la boca de Gerard, sus dedos enredados en su cabello. Mikey cerró los ojos y se recargó contra el muro otra vez, presionando las manos contra sus ojos y tratando de calmarse, tratando de no ceder a la urgencia de entrar a la cocina y separarlos. Pareció pasar una eternidad, las cosas caían al suelo y los tenis de Frank hacían un extraño sonido contra el suelo, luego escuchó la voz de Frank.
- Sube conmigo.
Hubo una prolongada pausa, hasta que Gerard respondió. - No puedo.
- ¿Por qué? -Se escuchó más ruido de movimiento, Mikey se atrevió a mirar por la esquina, Gerard estaba sosteniendo a Frank con los brazos estirados. - ¿Por qué no?
- Sabes porqué, -dijo Gerard quedamente. - Lo siento. No debí dejar que esto pasara.
Frank frunció el ceño, aunque su expresión era gentil, y tocó el rostro de Gerard. Gerard estaba ceñudo y Frank lució ansioso e intentó moverse otra vez. - No…sólo ven conmigo. -Dijo con urgencia. - Tú quieres hacerlo.
Gerard dudó, luego retrocedió un paso, moviendo la cabeza. - No puedo.
- ¿Por qué? -Preguntó Frank de nuevo, sus brazos aún estirados. - ¿Porque va contra las reglas? ¿O porque tienes una justificación para todo excepto yo?
- Frank, -dijo Gerard. Luego se detuvo, como si su garganta se hubiera cerrado, y tragó varias veces. Suspiró pesadamente, con los ojos cerrados, y luego continuó. - Creí que… ¿qué hay de ti y Cortez?
- No me acosté con él, -dijo Frank con urgencia. - No pude. Él no…
- Debiste haberlo hecho, -dijo Gerard. - No…tú no deberías esperarme. No puedo darte lo que quieres.
Frank estaba buscando la mirada de Gerard. - Pero me besaste.
- Tú me besaste primero.
- ¡Eso fue hace un año! -Atacó Frank. - ¡Estaba jodido!
- ¡Y entonces te dije que no podía pasar! -Dijo Gerard acaloradamente. - Te dije que mi trabajo era mi prioridad, y eso nunca va a cambiar sin importar cuánto me presiones, así que detente. ¡Tienes que detenerte!
- ¡Deja de lanzarme la palabra prioridad como si no significara nada! -Demandó Frank. - ¡Tú rompes las reglas todo el tiempo! Ni siquiera se supone que trabajemos contigo, pero quisiste que Mikey estuviera contigo…
- Yo quería…
- Tú querías que viniera contigo porque lo extrañabas. -Frank lo interrumpió. - No pudiste sacrificarlo. ¿Y me estás diciendo que tu trabajo es genuinamente la cosa más importante en tu vida? ¿Qué podrías sacrificarnos? ¿Qué podrías sacrificar a alguien que amas en nombre de hacer el trabajo de Dios? No hay manera, te conozco. Nunca podrías hacer eso. ¿Entonces por qué no puedes…?
- ¿Qué? -Explotó Gerard. - ¿Abandonar mi llamado para que podamos coger? ¿Es eso lo que quieres?
Frank lució como si lo hubieran golpeado, y Mikey sintió la culpa revolverse en su estómago como si fuera un cuchillo. Se quedaron mirando uno al otro por un minuto, y luego Frank buscó en su bolsillo, sacando el rosario de Gerard y poniéndolo en la barra. Gerard siguió todas sus acciones con los ojos.
Frank se dirigió a la puerta y Mikey tuvo que salir de ahí rápido para no ser visto. Corrió torpemente por el pasillo hasta el baño y cerró la puerta tras de él, sentándose sobre el retrete y dejando caer su cabeza entre sus manos.
Su cerebro estaba nadando dentro de su cráneo. No podía creer que Frank dijera que los iba a dejar, que le dijera eso a Gerard cuando él no tenía idea. Que hubieran estado hablando, que Gerard le haya contado cosas que sólo Mikey sabía y nunca haya pensado en mencionarle, que Gerard haya besado a Frank, que Frank lo haya besado, y un año atrás, cuando le prometió que no lo haría. Que Gerard no le haya contado sobre eso, que Frank haya mentido sobre Cortez. Que existían todas estas cosas sobre las que no sabía, ¿y cómo se suponía que evitaría que se lastimaran cuando ellos ni siquiera le decían lo que estaba pasando?
Cuando el shock se apaciguó un poco y Mikey pudo empezar a descifrar lo que pasaba, se sintió en su mayoría enojado. Enojado con Frank, con Gerard, con ambos, con Dios, consigo mismo por no ser capaz de hacer nada. Se quedó sentado y recargado contra el muro por un momento, sólo respirando, para pararse y abrir la puerta cuando estuvo seguro que no iba a apuñalar la garganta de nadie.
No quería ver a Frank o a Gerard, por lo que regresó por el pasillo hasta el estudio, asomándose cuidadosamente por la esquina hasta que pudo ver que sólo era Ray, sentado con las piernas cruzadas frente a una pequeña mesa.
Mikey entró y se sentó frente a él, del lado opuesto de la mesa. Ray estaba mezclando algunas cosas y metiéndolas a un frasco.
- Hey, -dijo quedamente. - ¿Estás bien?
Mikey no confiaba en que pudiera hablar, así que sólo asintió. Ray estiró un brazo sobre la mesa y reacomodó los lentes de Mikey sobre su nariz.
- Caídos, -explicó, y le dio a Mikey una corta sonrisa antes de regresar a lo que estaba haciendo.
Mikey sólo se sentó en silencio por un tiempo, satisfecho con sólo ver las manos de Ray moviéndose sobre la mesa. Mientras Mikey observaba, Ray tomó unas pinzas y las usó para tomar una pizca de la mezcla que estaba dentro del frasco, poniéndola en un pequeño plato de metal para luego acercar una mecha y prender fuego a la mezcla.
Una flama azul apareció y luego se estiró hasta algunas pulgadas sobre el plato, estirándose hasta tomar la forma de una especie de rectángulo, levantándose verticalmente en el aire.
- Genial, ¿cierto? -Murmuró Ray. Mikey mantuvo sus ojos en la flama y asintió. - En teoría, si usamos suficiente de esto, podemos hacer un muro de llamas.
Mikey se quitó los lentes y los limpió con su playera. - ¿En caso de que queramos quemar a un hijo de puta?
Ray rio. - Estaba pensando en el caso de que necesitemos detener a alguien o algo así. Pero claro, supongo que puede ser usado para la quema de hijos de puta, si quieres.
- Genial, -dijo Mikey hoscamente, poniéndose los lentes otra vez.
Ray lo estaba mirando con curiosidad. - ¿Algún hijo de puta en particular?
Mikey negó. - Sólo en general, -mintió. Miró a Ray por un momento, luego preguntó. - ¿Alguna vez has querido volver a casa?
Ray dejó lo que estaba haciendo y cruzó los brazos, mirando cuidadosamente a Mikey como si realmente lo estuviera pensando. - A veces. Quiero decir, extraño a mi familia pero… bueno, los tengo a ustedes. Y es importante, lo que hacemos.
- Es extraño, -dijo Mikey, pensando en lo que había sido antes, en Ray trabajando en el negocio, peinando a Mikey cada mañana. - Quiero decir, todo ese tiempo eras capaz de hacer esto y ni siquiera lo sabías.
- Lo sé, -dijo Ray, sonriendo ampliamente. - Bastante loco, ¿no es así? Es como un llamado, o algo así. Ni siquiera creía que esos realmente existieran.
Mikey sintió una punzada de envidia en el pecho, tan fuerte que era casi dolorosa, y tuvo que estirarse un poco para deshacerse de la sensación. Estaba feliz por Ray, obviamente, y era genial todo lo que podía hacer, pero estaba celoso. No por la magia o algo así, sólo porque Ray sabía que estaba destinado para eso.
- Estuve enojado con Gerard cuando descubrió su llamado, -le confesó a Ray. Ray alzó las cejas, pero esperó a que Mikey continuara. - Estaba enojado porque yo no tuve uno.
Ray frunció el ceño, inclinando la cabeza. - ¿Qué quieres decir?
Mikey suspiró, haciendo su mejor intento de explicarlo. - Sólo es que siempre pensé que haríamos algo juntos. Íbamos a estar en una banda, -Mikey miró rápidamente a Ray para ver si se estaba riendo, pero sólo lucia interesado. - O escribir un cómic. Pero luego él decidió hacer el único trabajo que no podíamos hacer juntos, y creí que yo también sería llamado al sacerdocio, ¿sabes?
Ray asintió, pero lucía confundido.
Mikey probablemente no estaba explicando correctamente. Lo intentó de nuevo. - Es como en el negocio. Tú y Frank y Bob y Brian, todos tenían algo que hacer y… y yo sólo agendaba citas. Y barría cabello. -Mikey se quedó en silencio por un minuto, moviendo algunas de las hierbas de Ray con un dedo.
- Mikey, -dijo Ray con incredulidad. - ¿Te has vuelto loco?
Mikey parpadeó. - ¿Qué?
Ray apartó las cosas que estaban en la mesa y estiró el brazo para tomar la mano de Mikey. - No hubiéramos tenido un solo cliente en el negocio si tú no hubieras hecho lo que sea que hacías para que siguieran viniendo, -dijo firmemente. Mikey rodó los ojos, porque era muy estúpido, todo lo que hacía era hablarle a la gente sobre el negocio y luego darles una fecha para que fueran. No los hacía decidir que su negocio fuera el mejor o algo así. Ni siquiera lo intentaba. Ray lució enojado e insistió. - Es verdad. Y tú fuiste quien nos dijo que necesitábamos enfocarnos en Pete, ¿cierto? Supiste desde el principio que estaba en peligro. ¿Y quién estuvo con Frank cuando empezó toda esa mierda de Luke? ¿Quién fue el que le contó a Gerard sobre eso?
Mikey miró hacia donde los dedos de Ray estaban enredados con los suyos. Ray tenía lindas manos, pensó. Siempre lo pensaría. - Pero yo no hago nada. Una vez que empieza, yo sólo… no hago nada. Soy… -se interrumpió porque no había admitido esto a nadie en voz alta, luego murmuró. - Soy el zeppo. [1]
Ray apretó su mano. - El zeppo detiene la escuela de ser volada en pedazos mientras todos los demás están ocupados llorando y peleando contra un pulpo infernal, -dijo con una cálida sonrisa. - Y tienes sexo con Faith.
Mikey rio. Sus lentes se resbalaron por su nariz y los volvió a colocar con su mano libre. - Pero entonces pierdo un ojo.
Ray volvió a apretar su mano, luego se levantó y rodeó la mesa, sentándose al lado de Mikey. - ¿Hay algo más? -Preguntó, frotando la rodilla de Mikey. - Parece… no lo sé, que estás cargando todo el peso del mundo, y no sería una exageración.
Mikey quería contarle, realmente, pero no arreglaría nada, y además, era un alivio alejarse de eso, de los llantos y los pulpos infernales. Metafóricos pulpos infernales. Gerard amaría eso, pensó, y luego inmediatamente se dio cuenta que no lo haría porque él mismo era un pulpo infernal, y su rostro debió haber lucido miserable porque Ray se acercó y lo envolvió en un abrazo.
Mikey suspiró, cerró los ojos y se dejó ser abrazado. Ray se sentía bien para aferrarse, era cálido y sólido y respiraba lentamente. Frotó con las manos la espalda de Mikey y dijo. - Todo va a estar bien.
Mikey movió su rostro contra el hombro de Ray. - Pero ni siquiera sabes lo que pasa.
- Hey, -dijo Ray, estrechándolo. - Confía en mí. Puedo hacer magia.
Mikey rio de nuevo y se alejó para decirle tonto a Ray o algo así, excepto que Ray se movió al mismo tiempo, y sus rostros se estaban tocando, y luego Ray besó a Mikey.
- Oh, -dijo Mikey, y Ray se sonrojó culpablemente, escondiendo el rostro. - Oh. ¿En serio?
Ray torció la boca, sin mirar a Mikey. - Como si no lo supieras, -le dijo con voz avergonzada.
- No lo sabía, -dijo Mikey. Era la verdad. No se le había ocurrido pensar en eso hasta exactamente ese segundo, y era algo grande sobre lo qué pensar.
- Sé que soy cómo, muy diferente a tu citas usuales, -dijo Ray.
- Sí, -dijo Mikey, y cuando Ray lució triste se apresuró a explicar. - Eso… quiero decir, no eres sólo otro chico de por ahí. Tú eres Ray.
Ray lo miró con cautela. - Lo soy.
Mikey no era una persona impulsiva por naturaleza, no como Gerard, quien había cambiado de parecer acerca de su destino tantas veces mientras crecían, que Mikey nunca le había creído que fuera a ser sacerdote hasta que estaba siendo ordenado.
Se inclinó hacia adelante y besó a Ray, propiamente ésta vez, porque ésta era un decisión importante y Mikey quería tener toda la información. Ray hizo un corto sonido y elevó sus manos, tomando con una un lado del rostro de Mikey y deslizando la otra hasta su cabello y los dedos de sus pies se enroscaron al mismo tiempo y pensó “oh, oh…”
- Oh, -dijo contra la boca de Ray. - Realmente amo cuando peinas mi cabello, ¿sabes?
Ray rio y dijo, - Lo sé, -y continuó besándolo, lento y cálido y como si realmente le importara, jalando el labio inferior de Mikey y metiendo su lengua en su boca. Había pasado un tiempo desde que Mikey había besado a alguien sobrio, y estaba sorprendido de lo mucho que lo disfrutaba, de lo diferente que era cuando no había música ni luces y sabía mucho más de la persona que estaba besando que sólo su nombre.
- No es un buen momento, -dijo Ray en forma de disculpa cuando terminó el beso. Aun acariciando el rostro de Mikey.
Mikey realmente no entendía. Estaban en una casa en lugar de una van, había camas y sofás reales. A Mikey le parecía un momento jodidamente perfecto. - ¿No lo es?
- Es sólo… -dijo Ray, escondiendo su rostro. Estaba realmente quieto cuando dijo, - Es sólo que no quiero ser una cita más.
- Hey, -dijo Mikey. - Tú eres mi amigo.
- Lo sé, -dijo Ray. - Pero hombre, sueles buscar citas de una noche.
Mikey pensó en eso. Era verdad, pero no veía que eso se relacionara con Ray. Además, Mikey tenía un extraño sentimiento de que deberían estar juntos, como si a causa de que Gerard no podía tener la persona que quería, Mikey estaba obligado a asegurarse de que Ray sí, o algo así. Aunque sabía por experiencia que ese tipo de cosas hacían pensar a la gente que su relación con Gerard era insana, por lo que se mantuvo callado.
- Después de que descubramos qué pasa aquí en Chicago, -dijo Ray, besando a Mikey otra vez, rápidamente. - Sólo quiero estar seguro, ¿de acuerdo?
- Bien, -aceptó Mikey, de mala gana. - De acuerdo.
* * * * *
[1] Referencia a “Zeppo”, el episodio de “Buffy, la cazavampiros.”
Categories: Staring Through The Demons, Fanfics, Traducción
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